Concluido el verano, las hermanas peregrinas de la Eucaristía se encuentran asentadas en su nuevo hogar. Su convento, el santuario alavés de Nuestra Señora de Estíbaliz, tiene una larga historia junto a los monjes benedictinos, que lo despidieron por falta de vocaciones la pasada primavera tras 99 años entre sus muros.