San Juan Pablo II consagró al mundo a la Divina Misericordia el 17 de agosto de 2002 en el Santuario de la Divina Misericordia en Polonia. Durante aquel acontecimiento, el Papa expresó su deseo de que el mensaje del amor misericordioso de Dios llegara a todos los rincones de la tierra. «Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús: de aquí debe salir la chispa que preparará al mundo para su última venida», afirmó el Papa.