Las últimas palabras del Papa emérito Benedicto XVI fueron recogidas en mitad de la noche por un enfermero. Eran alrededor de las 3 de la madrugada del 31 de diciembre, pocas horas antes de su muerte. Ratzinger aún no había entrado en agonía, y en ese momento sus colaboradores y ayudantes habían tomado el relevo. Con él, en ese preciso momento, sólo había un enfermero que no hablaba alemán. "Benedicto XVI -relata conmovido su secretario, monseñor Georg Gänswein-, con voz fina, pero claramente distinguible, dijo en italiano: "¡Señor, te amo!. Yo no estaba allí en ese momento, pero el enfermero me lo dijo poco después. Éstas fueron sus últimas palabras comprensibles, porque después ya no fue capaz de expresarse".