El Papa recibió el sábado 15 de junio a cerca de 47 parlamentarios franceses. Su discurso tuvo un tono muy diplomático, pero el fondo quedó muy claro. Es necesario infundir un suplemento de alma a las leyes, para hacer de modo que ennoblezcan a la persona humana. El Papa subrayó las buenas relaciones existentes entre la Iglesia y la sociedad civil y la política francesa. La Iglesia se propone contribuir al crecimiento de toda la sociedad y esta contribución, añadió, no se sitúa sólo en el ámbito antropológico o social, sino también en los ámbitos político, económico y cultural. A los políticos les corresponde proponer soluciones jurídicas, notó el Santo Padre, pero confiriéndoles la indispensable calidad que ennoblece a la persona humana.