El Papa Francisco, después de la misa matutina, el viernes en Río, confesó a algunos jóvenes de la JMJ, luego en el arzobispado encontró a algunos presos jóvenes y desde el balcón rezó el Ángelus, saludando a numerosos fieles, antes de almorzar con algunos jóvenes. Recordó la fiesta de los santos Joaquín y Ana y destacó la importancia de la formación que se recibe en la familia. Los santos Joaquín y Ana son parte de una larga cadena de transmisión de amor a Dios, en el calor de la familia, hasta María, que recibió en su seno al Hijo de Dios y lo donó al mundo, a nosotros.