"Al menos una vez al día nos encontramos para comer juntos... Sería bonito, antes de partir el pan, invitar a Jesús, pan de vida, pedirle con sencillez que bendiga lo que hemos hecho y lo que no conseguimos hacer".
El Papa dijo que este era un modo “doméstico” de introducir a Dios, alimento esencial para el alma, en la vida personal.