En la Iglesia del Sagrado Corazón, en Manama, varios católicos de Baréin, Kuwait, Qatar y Arabia Saudí se reunieron con el Papa. Paul Hinder, el Administrador Apostólico del Vicariato de Arabia del Norte, le contó sus dificultades.
Muchos de ellos sufren a diario pero lo hacen con una fe profunda, confiando en que están en las manos de nuestro Padre Celestial.
El Papa les dijo que, aunque en la superficie su humanidad parezca frágil, el “agua dulce del Espíritu” corre por dentro de ellos. Y les dio un consejo para que este manantial nunca se seque.
Papa Francisco explicó que esa es la paradoja de la alegría cristiana, que cuanto más se comparte más crece.