Cada 21 de enero se recuerda a una de las santas más jóvenes del cristianismo, Santa Inés. Fue martirizada en Roma, durante los inicios de la persecución cristiana con sólo 12 años de edad, por rechazar al sobrino de Diocleciano, que estaba enamorado de ella.
Inés mantuvo su virginidad y su fe en Dios a pesar de todo. Además, experimentó milagros a su alrededor antes de morir.
Es tradición que el Papa bendiga unos corderos, cuya lana se utiliza para hacer los palios de los nuevos arzobispos Metropolitanos.