En Filipinas era la hora de cenar cuando el Papa anunció que haría cardenal a monseñor Orlando Quevedo. Le dio la noticia otro cardenal, el de Manila, Luis Antonio Tagle. Y asegura que sintió que el honor de convertirse en purpurado es el mismo de recibir una corona de espinas.
En Mindanao, la Iglesia tiene un papel importante para aliviar las tensiones. El cardenal dice que trabaja por construir comunidades basadas en el diálogo y por formar laicos comprometidos con la paz. Es vital porque probablemente en el futuro su diócesis estará en el corazón de un área musulmana autónoma.
Desde hace años Orlando Quevedo es considerado uno de los principales líderes de la Iglesia en Asia. Dice que si cada parroquia y cada católico responde a los desafíos en el lugar en el que esté, mejorará a las comunidades locales, y reforzará también a la Iglesia universal.