El pontífice no dedicó su catequesis semanal a un tema religioso, como es costumbre. El tema fue la cuestión de las drogas. Y fue de frente.
"Una reducción de la dependencia de las drogas no se obtiene liberalizando el consumo. Esto es una fantasía. Habiendo conocido muchas historias trágicas de drogadictos y de sus familias, estoy convencido que es un deber moral poner fin a la producción y al tráfico de estas sustancias peligrosas."
"Y también recemos por estos criminales que venden y dan la droga a los jóvenes. Son criminales. Son asesinos. Recemos por su conversión."