Con temperaturas que se salen de los termómetros, estar en agosto en Roma es una proeza. No en vano, a este mes se le llama “ferragosto”, por la dureza de su calor. Precisamente, hace 35 años, los cardenales vivieron uno de los veranos más intensos en la historia reciente de la Iglesia con dos cónclaves en poco más de un mes: el que eligió a Juan Pablo I y el que eligió a Juan Pablo II.