Los padres Ivan Levitsky y Bohdan Geleta decidieron quedarse en los territorios ocupados, atendiendo a las comunidades griegas y católicas romanas y brindando esperanza bajo la ocupación.
Durante su cautiverio, los padres Levitsky y Geleta fueron acusados de posesión ilegal de armas, cargos inventados para justificar su encarcelamiento.
El líder de la iglesia grecocatólica ucraniana, el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, expresó su profunda gratitud a la Santa Sede, en particular al Papa Francisco, a los cardenales Pietro Parolin, al cardenal Matteo Zuppi y al arzobispo Visvaldas Kulbokas, nuncio apostólico en Ucrania, por sus esfuerzos para lograr la liberación de ambos sacerdotes.