Roma tiene varios retos por delante antes de llegar a 2025. En primer lugar, terminar las obras previstas, además de crear infraestructuras para acoger a los peregrinos que viajen a la capital italiana.
Además, tendrá que hacer frente a la situación actual del sector turístico, en el que muchos de los pisos céntricos se están convirtiendo en apartamentos para estancias breves, muchos de ellos sin estar regulados de forma legal; algo que puede afectar a la competencia hotelera y a los propios residentes romanos.
A esto hay que sumar la seguridad en la ciudad y, sobre todo, en los puntos estratégicos, como estaciones de tren, metro o aeropuertos. Todo ello teniendo como telón de fondo la cantidad estimada de personas que pasarán por Roma en 2025: más de 50 millones de peregrinos.