El obispo nicaraguense Rolando Álvarez fue exiliado de su país natal por el régimen de Ortega el pasado 14 de enero, cuando llegó a Roma junto a otro obispo, sacerdotes y seminaristas, gracias a la mediación de la Santa Sede.
Antes, el obispo estuvo en la cárcel, donde se le condenó a 26 años de prisión por conspiración y otros delitos. Desde su llegada a Roma, no se le había visto en público ninguna vez hasta el momento.