Fue en el Monasterio de los Jerónimos con un grupo de obispos, sacerdotes y otros miembros de la Iglesia. Lo recibieron el patriarca de Lisboa, el presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa y el párroco del templo.
Ya en el altar, durante la homilía en el rezo de las vísperas, Francisco hizo alusión a las dificultades que atraviesa la Iglesia en países tradicionalmente cristianos y que llevan a una sociedad secularizada, alejada de la fe.