La Segunda Guerra Mundial estaba en sus últimos días. Japón se negaba a rendirse. Estados Unidos buscaba una forma rápida y decisiva de terminar el conflicto. Fue entonces cuando lanzaron la primera bomba atómica sobre Hiroshima y, luego, una segunda sobre Nagasaki. Miles de personas murieron al instante. Las ciudades quedaron en ruinas. Y las secuelas de la radiación afectaron a generaciones enteras.