En los últimos 50 años, la Congregación para las Causas de los Santos se encarga de estudiar si una persona puede ser declarada santa. Aquí se compila toda la documentación existente y se estudia cuidadosamente.
El proceso empieza en una diócesis pero el decreto final se proclama desde Roma. Se recopilan testimonios de personas que conocieron al posible santo y documentos relacionados con él. Todo el material se envía al Vaticano para que lo estudie con profundidad.
Este llega en una caja cerrada con un sello. A veces llegan muchas cajas o maletines enteros. Dentro está todo lo que se ha conseguido sobre la vida de la persona que podría ser declarado beato o santo en el futuro.
Para ser santo se necesitan dos milagros; dos curaciones inexplicables atribuidas al candidato. Cuando se cumple uno, este pasa a ser declarado beato, salvo en una excepción.