Las congregaciones religiosas están ante el mayor desafío financiero de las últimas décadas: tienen a su cargo edificios históricos que requieren una manutención costosa. Y no solo eso: los miembros de estas instituciones son cada vez más ancianos y sus pensiones no cubren los gastos necesarios. Además, quienes se encargan de la gestión económica, tienen poca experiencia. Es por ello que algunos prefieren recurrir a empresas externas como Caixabank, que les ayuden a realizar un plan financiero estratégico a corto, medio y largo plazo.