El arzobispo sirio, Jacques Mourad, no tiene problemas en criticar abiertamente al nuevo gobierno de su país. Dice que a pesar de la imagen aperturista que ofrece al mundo, en las calles no cesan las persecuciones y asesinatos impunes contra opositores políticos o religiosos. Dice que su llegada no era la liberación que esperaba el pueblo de Siria.
El obispo Jacques Mourad es un símbolo entre los cristianos de Oriente Medio. En 2015 unos milicianos del Isis lo capturaron cerca de Palmira, en Siria, y fue torturado durante cuatro meses y medio intentando que abandonara su fe.