El baldaquino de Bernini como nunca antes se lo habían imaginado. Entre andamios, lonas y plataformas metálicas. Esa ha sido durante nueve meses la imagen para los turistas que visitaban la basílica de San Pedro.
Todo recubierto mientras se termina una restauración histórica. Un monumento al que no se le sacaba su brillo original desde hace 250 años ahora volverá a relucir de cara al que será el gran evento de la Iglesia en 2025: el Año Santo.