La Iglesia católica va a contar con once nuevos beatos tras el visto bueno del papa León. Todos ellos, mártires bajo el nazismo y el comunismo. Nueve de ellos eran salesianos polacos, que se dedicaban a la educación. Fueron asesinados entre 1941 y 1942 en los campos de concentración de Auswitchz y Dachau. El motivo: ser católicos. Los otros dos, que eran sacerdotes diocesanos en lo que ahora es la República Checa, fueron asesinados por odio a la fe. En aquel momento, el país, bajo el régimen comunista, emprendió una gran represión contra la Iglesia.