En esta escena Jesús responde al mensaje de que la hija de Jairo ha muerto, instándolo a tener fe. Al llegar a la casa, Jesús, acompañado por algunos discípulos y los padres de la niña, enfrenta el escepticismo de la multitud, afirmando que la niña solo está dormida. Después de tomarla de la mano, la resucita, sorprendiendo a todos. Jesús aconseja que le den de comer y pide discreción sobre el milagro.