Shannon nace en un hogar católico pero sin una fe profunda. Toda la familia iba a Misa los domingos pero fuera de eso no practicaban la fe. A medida que fue creciendo, la fe de Shannon se fue convirtiendo más bien en una «fe social», pues realmente no tenía ninguna relación con Jesús. La muerte de su primo, por quien estaba rezando para su restablecimiento, fue un golpe duro que le hizo enfadarse con Jesús y, en consecuencia, apartarse definitivamente. Al empezar la universidad comenzó a tener un profundo sentimiento de soledad que le llevó al borde de una depresión, sin embargo, fue ahí donde volvió a encontrarse con el Señor y experimentó una necesidad real de volver a ir a Misa y participar de los sacramentos para volver a la vida de la gracia.