Javier Melfi fue bautizado cuando niño, sin embargo no tuvo ningún tipo de aproximación a la fe hasta 2019 cuando decidió acompañar a su compañero de piso a Misa de Domingo de Ramos, una decisión que le daría a su vida un giro de 180º grados.
Previo a su conversión, Javier buscaba su plenitud en el Kundalini Yoga, donde llegó a ser instructor y tuvo muchos alumnos en Argentina y en Chile.