Antes de la ceremonia de despedida y de emprender su regreso a la Ciudad de Vaticano, el Papa Francisco se encontró con los jóvenes de la pastoral juvenil y con los estudiantes de la escuela San Dionisio de las Hermanas Ursulinas de Marusi, en Atenas, muchos de ellos procedentes de lugares lejanos
Con un sentido momento de oración, que prepararon los jóvenes de la pastoral juvenil junto a los estudiantes de la escuela San Dionisio de las Hermanas Ursulinas de Marusi, en Atenas, que concluyó con la bendición del Papa Francisco, tuvo lugar el último gran encuentro de este viaje apostólico, en que algunos de ellos ofrecieron sus testimonios de vida. El Santo Padre les agradeció su presencia, teniendo en cuenta que muchos de ellos procedían de lugares lejanos. Por esto razón les dijo:
“¡Gracias! Estoy contento de encontrarme con ustedes finalizando mi visita a Grecia, y aprovecho la ocasión para renovar mi gratitud por la acogida y por todo el trabajo que llevaron adelante para organizarla”
Hermosos testimonios
El Pontífice manifestó que le “impresionaron sus hermosos testimonios”, que había leído precedentemente y que durante este encuentro retomó con ellos. Así por ejemplo se refirió al de Katerina, quien habló de sus dudas de fe.
“Quisiera decirte a ti y a todos ustedes, no tengan miedo de las dudas, porque no son faltas de fe. Al contrario, las dudas son ‘vitaminas de la fe’, ayudan a robustecerla, a hacerla más fuerte, es decir, más consciente, más libre y más madura. La hacen más disponible a ponerse en camino, a seguir adelante cada día con humildad. Y la fe es precisamente esto, un camino cotidiano con Jesús que nos lleva de la mano, nos acompaña, nos alienta y, cuando caemos, vuelve a levantarnos”
El Papa comparó las dudas “como una historia de amor, donde siempre se sigue adelante juntos, día tras día”. “Es como en una historia de amor, llegan momentos en los que es necesario interrogarse, hacerse preguntas”, dijo, “y hace bien, hace crecer el nivel de la relación”. Algo que el Santo Padre consideró como “muy importante” para los jóvenes, “porque no pueden ir por el camino de la fe ciegos”.
Además, Francisco destacó otro punto importante en la experiencia de Katerina, al considerar que a veces, frente a las incomprensiones o a las dificultades de la vida, en los momentos de soledad o de desilusión, esta duda puede llamar a la puerta de nuestro corazón: “Quizá soy yo que no voy bien, tal vez estoy equivocado, estoy equivocada”. “Amigos – les dijo el Papa – es una tentación que hay que rechazar. El diablo nos mete esta duda en el corazón para arrojarnos en la tristeza. ¿Qué hay que hacer? ¿Qué hay que hacer cuando una duda de este tipo se vuelve sofocante y no nos deja en paz, cuando se pierde la confianza y no se sabe por dónde comenzar?”.
“Es necesario volver a encontrar el punto de partida. ¿Cuál es? Para comprenderlo, pongámonos a la escucha de su cultura clásica. ¿Saben cuál fue el punto de partida de la filosofía, pero también del arte, de la cultura y de la ciencia? Todo comenzó por una chispa, por un descubrimiento que se expresa con una palabra magnífica: thaumàzein. Es el maravillarse, el asombro”
El asombro como inicio de nuestra fe
“Así comenzó la filosofía, de maravillarse frente a aquello que es, frente a nuestra existencia, a la armonía de la creación y al misterio de la vida”, añadió el Papa, al destacar que “el asombro no es sólo el comienzo de la filosofía, sino también el inicio de nuestra fe”. En efecto el Santo Padre les explicó que “el corazón de la fe no es una idea o una moral, sino una realidad, una realidad bellísima que no depende de nosotros y que nos deja con la boca abierta: ¡somos hijos amados de Dios! Hijos amados, tenemos un Padre que vela por nosotros y que nunca deja de amarnos”.
“Reflexionemos: cualquier cosa que tú pienses o hagas, aunque sea lo peor, Dios sigue amándote, Quisiera que esto lo entiendan bien, Dios no se cansa de amar. Dios ama siempre, no puede dejar de amar”
Les recomendó, además, no centrarse en lo que no gusta al verse al espejo, sino en ponerse “ante Dios”, algo que hace que cambie la perspectiva: “No podemos más que asombrarnos de que somos para Él, a pesar de todas nuestras debilidades y nuestros pecados, hijos amados desde siempre y para siempre”. De ahí su consejo paternal:
“Más que comenzar la jornada frente al espejo, ¿por qué no abres la ventana de tu habitación y te detienes en todo lo hermoso que ves?”
Con lo cual el Pontífice animó a estos queridos jóvenes a que piensen que, “si a nuestros ojos la creación es hermosa, a los ojos de Dios cada uno de ustedes es infinitamente hermoso”. Asimismo, les pidió que se dejen “amar por quien siempre cree” en ellos, por quien los “ama más” de cuanto ellos mismo puedan llegar a amarse.
“Cuando estén decepcionados por algo que han hecho, hay otro asombro que no tienen que dejar escapar: el asombro del perdón”
El Papa repitió algo que ha dicho en diversas ocasiones a lo largo de su pontificado: “Dios perdona siempre, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”. Agregó que: en el perdón se encuentra el rostro del Padre”. De ahí su exhortación a no permitir “que la pereza, el miedo o la vergüenza” les “roben el tesoro del perdón”.
“¡Dejemos que el amor de Dios nos asombre! Nos redescubriremos a nosotros mismos; no lo que dicen de nosotros o lo que las pulsiones del momento suscitan en nosotros, no lo que los eslóganes publicitarios nos echan encima, sino nuestra verdad más profunda, la que ve Dios, aquella en la que Él cree: la belleza irrepetible que somos”
Después de recordar la famosa inscripción en la entrada del templo de Delfos, “conócete a ti mismo”, Francisco les dijo: “Hoy corremos el riesgo de olvidarnos de lo que somos, obsesionados por miles de apariencias, por mensajes machacones que hacen depender la vida de la ropa que usamos, del automóvil que conducimos, del modo en que nos miran los demás. Esa antigua invitación, conócete a ti mismo, vale todavía hoy. Reconoce que vales por lo que eres, no por lo que tienes”.
“No vales por la marca de la ropa o por el calzado que llevas, sino porque eres único, eres única. Pienso en otra imagen antigua, la de las sirenas. Como Ulises en su itinerario de regreso a casa, también ustedes en la vida, que es un viaje audaz hacia la Casa del Padre, encontrarán, como él, sirenas”
Fuegos artificiales que hipnotizan
Refiriéndose al mito de las sirenas que atraían a los navegantes con su canto para hacerlos estrellar contra los arrecifes, el Papa les dijo que “en la realidad, las sirenas de hoy quieren hipnotizar con mensajes seductores e insistentes, que apuntan a beneficios fáciles, a las falsas necesidades del consumismo, al culto del bienestar físico, a la diversión a toda costa”. Y no dudó en afirmar:
“Son muchos fuegos artificiales, que brillan por un instante, pero sólo dejan humo en el aire. Yo los entiendo, no es fácil resistir”
La alegría del Evangelio
También destacó otro personaje mitológico, Orfeo, que “nos enseña un camino mejor”, puesto que “entonó una melodía más hermosa que la de las sirenas y así las hizo callar. ¡Por eso es importante alimentar el asombro, alimentar la belleza de la fe! No somos cristianos porque debemos, sino porque es hermoso. Y precisamente porque queremos proteger esta belleza decimos no a lo que quiere ensombrecerla”.
El Papa y los jóvenes: “Su sonrisa ya nos está dando vida”
"La alegría del Evangelio, el asombro que provoca Jesús hace que las renuncias y las fatigas pasen a un segundo plano. Entonces, ¿estamos de acuerdo? Recuerden bien esto, ser cristianos es, fundamentalmente ‘no hacer cosas’, ‘no es esto’. Es dejar que ‘Dios te ame’".
La alegría de Dios
El Santo Padre manifestó que le gustó lo que dijo Ioanna, quien para hablar de su vida, habló “de los demás”, sobre todo de su mamá y abuela, que le “han enseñado a rezar, a agradecer cada día a Dios”. ¡Qué contento está Dios, dijo el Papa, “cuando nos abrimos a Él! Así se conoce a Dios. Porque para conocerlo no basta tener ideas claras sobre Él: se necesita ir hacia Él con la vida. Tal vez este sea el motivo por el que tantos lo ignoran, porque sólo sienten predicaciones y discursos”.
“Jesús se transmite a través de rostros y de personas concretas. Hagan la prueba de releer los Hechos de los Apóstoles y verán cuántas personas, rostros y encuentros; así conocieron a Jesús nuestros padres en la fe. Dios no nos da un catecismo en la mano, sino que se hace presente por medio de las historias de las personas. Pasa a través de nosotros”
No contentarse con encuentros virtuales
Francisco afirmó que “dedicarse a los demás no es de perdedores”, sino “de vencedores; es el camino para hacer algo realmente nuevo en la historia”. Y refiriéndose al hecho de que en griego “joven” se dice “nuevo” y nuevo significa joven, preguntó: “¿Quieres hacer algo nuevo en la vida? ¿Quieres rejuvenecer? No te contentes con publicar algún post o algún tuit. No te contentes con encuentros virtuales, busca encuentros reales, sobre todo con quien te necesita; no busques la visibilidad, sino a los invisibles. Esto es original, esto es revolucionario”.
“Muchos hoy son ‘de redes sociales’ pero poco ‘sociales’, encerrados en sí mismos, prisioneros del teléfono que tienen entre sus manos. Pero en la pantalla falta el otro, faltan sus ojos, su respiración, hacen falta sus manos. La pantalla se vuelve fácilmente un espejo, donde crees que estás frente al mundo, pero en realidad estás solo, en un mundo virtual lleno de apariencias, de fotos trucadas para parecer siempre hermosos y en forma”
Cultivar la mística del conjunto y el ardor de servir
“¡Qué bonito, en cambio – exclamó Francisco – es estar con los demás, descubrir la novedad del otro, cultivar, cultivar la mística del conjunto, el ardor de servir!”. A este respecto, el Papa recordó que, en el encuentro con los jóvenes en Eslovaquia, del pasado mes de septiembre, algunos de ellos mostraron una pancarta con dos palabras: “Todos hermanos”. Algo que le gustó, porque “decía algo nuevo: que es hermoso sentirse hermanos y hermanas de todos, sentir que los demás forman parte de un nosotros, no gente de la que hay que tomar distancia”.
¡Sueñen con la fraternidad!
Ante la invitación de soñar con la fraternidad, el Obispo de Roma destacó que, “ciertamente, cuesta salir de las propias zonas de confort”, porque “es más fácil estar sentados en el sofá frente a la televisión”, algo que “no es de jóvenes”. Puesto que “de jóvenes es reaccionar, abrirse cuando uno se siente solo, buscar a los demás cuando viene la tentación de cerrarse, entrenarse en esta ‘gimnasia del alma’. Aquí nacieron los eventos deportivos más grandes, las Olimpíadas, el maratón”.
“Más allá del espíritu de lucha que hace bien al cuerpo, está aquello que hace bien al alma: entrenarse para la apertura, para recorrer largas distancias desde uno mismo para acortarlas con los demás, lanzar el corazón atravesando los obstáculos, cargar unos los pesos de los otros. Entrenarse en esto los hará felices, los mantendrá jóvenes y les hará sentir la aventura de vivir”
A propósito de aventura, se refirió también al testimonio de Aboud, quien relató su huida, junto con los suyos, “de la amada y martirizada Siria”. Y dijo que le vino en mente que, “en la Odisea de Homero, el primer héroe que aparece no es Ulises, sino un joven, Telémaco, su hijo, que vivió una gran aventura”.
La salvación está en mar abierto
“El sentido de la vida no es quedarse en la playa esperando que el viento traiga novedades. La salvación está en mar abierto, está en el impulso, en seguir los sueños, los sueños verdaderos, los que se sueñan con los ojos abiertos, que comportan esfuerzo, lucha, vientos contrarios, borrascas repentinas. Pero no hay que dejarse paralizar por el miedo, ¡sueñen en grande! ¡Y sueñen juntos!”
El Papa Francisco recordó que “elegir es un desafío, es afrontar el miedo a lo desconocido, es salir del pantano de la aprobación, es decidirse a tomar la propia vida entre las manos”. Y añadió que, para tomar decisiones adecuadas, pueden recordar que “las buenas decisiones incluyen siempre a los demás”. “Esas son las decisiones por las que vale la pena arriesgarse, los sueños que hay que realizar; aquellos que requieren valentía y que implican a los demás”. Y se despidió recordándoles, una vez más, que “Dios los ama”, y que “tengan la valentía de ir adelante. ¡Adelante, todos juntos!”.